NOTA: Esta entrevista se publicó originalmente en 2009.
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Yukiko Sakai: «Japón ha cambiado mucho este último siglo, se ha occidentalizado bastante a pesar de que sigue teniendo una cultura milenaria.»
Hace unos años Yukiko Sakai trabajaba en Japón. Quiso probar algo nuevo, hizo las maletas y se instaló en la capital guipuzcoana, San Sebastián. Vino sin saber nada de castellano, pero pronto se puso manos a la obra: aprendió el idioma durante un año y fundó Inoshikachoo, una academia que sirve de vehículo para transmitir la cultura japonesa a sus alumnos.
Ella da clases de lengua nipona y es profesora de manga. Además, es maestra de shodo, un arte milenario que consiste en buscar la belleza estética y la profundidad espiritual a través de la escritura. Se dice que la caligrafía es el reflejo del alma y que a través del shodo se pueden entrever rasgos de la personalidad y de las emociones que el autor canaliza. Por su parte, la artista nipona, en su afán de dar a conocer los entresijos de su cultura, participó como maestra invitada en la Fiesta Cultural de Japón, que se celebró el pasado sábado 25 de abril en el Pabellón de Deportes de La Casilla (Bilbao).
El establecimiento donde imparte sus clases— en el barrio de Egia—, es sencillo. Nada más entrar, una vitrina repleta de tomos de manga y de curiosos utensilios japoneses da la bienvenida al invitado; un escritorio con libros, una mesa larga con un par de sillas y una pizarra completan el humilde mobiliario. En las paredes cuelgan algunas piezas de shodo trazadas por alumnos de la escuela.
Yukiko Sakai es una mujer joven y dinámica. Como casi todos los japoneses, su cabello luce oscuro azabache, en su caso cortado en una media melena. De sus brazos llega el sonido metálico producido por las muchas pulseras que le cuelgan de la muñeca, casi como si tuvieran libre albedrío.
Yukiko Sakai en la Fiesta Cultural de Japón.
P. ¿Cuáles son los orígenes del Shodo?
R. La palabra shodo se traduce como “el camino de la escritura”. Por lo tanto, el que practica este arte sigue una senda para mejorar. Los orígenes de esta disciplina se remontan al siglo V d.c. , cuando los japoneses importaron el budismo y las letras chinas (los caracteres kanji). Desde entonces se empezaron a practicar los trazos de las letras. Así surgió el shodo en Japón.
P. ¿Cuál es el componente filosófico y religioso?
R. El punto filosófico del shodo se encuentra en la idea que he mencionado antes; el hecho de caminar por un camino, cultivarte y no parar jamás. Siempre hay que seguir adelante: mejorar y perfeccionar, esa es la clave. En cuando al tema religioso, los monjes aprendían sus oraciones y tenían que escribir una y otra vez los kanji para memorizarlos.
P. ¿Qué disciplinas artísticas están ligadas a la filosofía zen además del shodo? ¿Tiene algún lazo con el código de los antiguos samurái, el bushidoo, que es “el camino del guerrero”?
R. La mayoría de los términos que nombran a las artes niponas terminan con el sufijo “do”, que indica la idea de seguir caminando. Por eso, en el fondo, tienen todas un significado común, al igual que el bushido. Entre ellas están el arte floral, algunas artes marciales y la ceremonia del té.
P. ¿La ceremonio del té?
R. Exactamente. Es una disciplina que proviene del Periodo Edo, año 1600 aproximadamente. Lo practicaban las clases más altas: es decir, los señores feudales y la casta de los samurái. Se busca la armonía en el acto de servir y recibir el té. Se vierte en cuencos acompañado de algunos dulces. Hay una metodología precisa a la hora de ejecutar todos los movimientos.
P. ¿Qué materiales son necesarios para poder practicar el shodo?
R. Se emplea un papel mucho más fino que el normal, que se coloca en una especie de soporte de madera. También es necesario un pincel hecho de pelo de caballo, de oveja u otros animales. Además se usa tinta china. Como en España no hay materiales, para practicarlo importamos el material de Japón. Allí hay muchas variedades y calidades.
P. En la escuela japonesa los alumnos aprenden shodo desde niños, y la técnica exige que todo el mundo escriba con la mano derecha, incluso los zurdos. ¿Por qué motivo?
R. Eso continúa siendo así actualmente. Se hace de este modo porque los kanji están siempre inclinados hacia arriba a la derecha. Por lo tanto, si se escribieran con la mano izquierda los trazos se volverían más complejos y engorrosos, y eso es muy incómodo. Yo personalmente conozco a un maestro que es zurdo y que tuvo que acostumbrarse a usar la mano derecha, pero es brillante.
P. ¿Por qué es tan importante el número de trazos y el orden de las pinceladas?
R. En una palabra: sencillez. Si escribes respetando el orden, el trabajo es mucho más fácil de realizar. Los kanji son a veces elementos complejos y hay miles de ellos.
P. Las personas que practican este arte pueden subir rangos hasta que finalmente les dan un nombre y un sello.
R. Si, así es. En mi caso, como tengo cierto nivel, la escuela japonesa me dio un nombre especial y un sello, que funciona como firma en Japón. En mi país está muy normalizado el uso de sellos a la hora de firmar toda clase de documentos. Por otra parte, el nombre no puede ser elegido por el alumno, lo decide el maestro. El mío es «Seisai», que significa en castellano “colorear el oeste”. Suena muy filosófico, ¿verdad?
P. El shodo se basa en la armonía, en el equilibro y la delicadeza. Se suele decir que la práctica hace al maestro, pero ¿qué cualidades consideras que hay que tener para mejorar en esta modalidad artística ?
R. Es posible que no todo el mundo sea capaz de llegar al nivel de gran maestro o shouka, pero la clave está en practicar. Es un arte que requiere perseverancia y dedicación plena.
P. Háblanos un poco del shodo en Japón: ¿lo siguen practicando los jóvenes?
R. Yo creo que la situación del shodo no es como antiguamente, entendiendo antiguamente como hace siglos. Pero como a partir de 1900 empezó a considerarse como algo más artístico y moderno, nunca ha pasado de moda; muchas empresas lo utilizan para crear sus logos. También en publicidad.
P. Japón ha sido siempre un país muy hermético. El último shogun, Tokugawa Yoshinobu, abrió las fronteras, pero en tiempos posteriores volvieron a cerrarse hasta que el Imperio cayó en la Segunda Guerra Mundial. ¿Crees que esta apertura ha incidido de alguna manera el shodo?
R. Japón ha cambiado mucho este último siglo, se ha occidentalizado bastante a pesar de que sigue teniendo una cultura milenaria. Sin embargo, no creo que el shodo se haya visto excesivamente afectado por ello.
P. Las piezas de shodo se venden y algunas alcanzan precios desorbitados. ¿Qué tiene que tener uno de estos trabajos para ser considerado excelente?
R. La verdad es que no hay un criterio específico para distinguir una obra de otra. Generalmente las piezas más caras son las de los shouka.
P. Uno de los mayores escollos que tiene el alumno extranjero a la hora de aprender shodo es que la escritura se realiza en caracteres chinos. ¿El estudiante debe aprender todos y cada uno de estos kanji?
R. Como hay que practicar más de cien veces cada caracter, aún sin quererlo, se termina memorizando. En mi clase, por ejemplo, los alumnos que tengo no hablan japonés, pero han llegado a aprenderse los kanji a base de repetición metódica.
P. En España la cultura japonesa está en auge. Cada vez hay más personas que demandan escuelas de japonés para aprender el idioma, principalmente debido a la buena salud de la que goza el manga y el anime en este país. Ahora bien, el shodo no parece ser una disciplina demasiado conocida. ¿Qué harías tú para darla a conocer y cómo convencerías a un español para que se anime a coger el pincel?
R. Es posible que sea desconocido, pero yo creo que mucha gente está interesada. Lo que yo hago es una demostración práctica; les enseño y luego les digo: ¡Ánimo!
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