Primera hora de la mañana. Los rayos de sol despuntan entre las nubes y las tímidas luces iluminan las plantas del balcón. Los pétalos de flores secas duermen sobre las macetas y las hojas mustias se mecen al son del suave viento. El ambiente todavía es fresco, pero todo hace presagiar que el termómetro se desbocará en las próximas horas. Después de todo, se viene otra ola de calor, según indican los expertos en periódicos, televisiones y Twitter.

El chico sale a la terraza con una taza de café y un paquete de tabaco de liar. Como si se tratara de un ritual, sus pasos siempre son los mismos: extrae el papel, coloca la nicotina adictiva, pone el filtro en uno de los extremos y sella el cigarrillo con un chuperreteo de saliva. Luego, toma el mechero entre sus dedos y acciona la rueda efusivamente. Uno, dos, tres intentos infructuosos… y de repente, ¡la llama! ¡Al fin! Al acercarla, el cigarrillo tarda un instante en prender. Luego, luz roja brillante, bocanada ávida, pulmones color negro carbón y humo que vuela alto, muy alto.

Poco a poco, el cigarrillo empieza a menguar. En ese mismo instante, a miles de kilómetros de distancia, Shinzo Abe, exprimer ministro japonés, pronuncia unas palabras durante un mitin de la campaña electoral. Nada hace suponer que la vida vaya a cambiar de un instante a otro, que lo que antes era una persona se tornará cadáver en pocos minutos. En aquella estación de la ciudad de Nara todo transcurre con normalidad, la audiencia escucha el discurso, a la espera de que el consumado político culmine sus líneas con un punto y final.

Ya solo queda la mitad del cigarro. La ceniza casi se desborda en el cenicero, aunque todavía queda algo de espacio para depositar los restos polvorosos del papel quemado. Otra calada, humo que vuela alto, muy alto.

Se escuchan sonidos de disparos. Humo que vuela alto, muy alto. El cuerpo de Shinzo Abe cae bajo, muy bajo. Se desploma contra el suelo y las cámaras captan el suceso al segundo. Reina la confusión, irrumpe la policía y los médicos tratan de salvar la vida del antiguo líder de Japón.

Cae más ceniza en el cenicero. Humo que vuela alto, muy alto.

Unos minutos después, el cigarrillo se ha consumido completamente, como la vida de Shinzo Abe.

Humo que vuela alto, muy alto.

La vida que pasa mientras te fumas un cigarrillo.