A través de la poética de Aristóteles destapamos uno de los rasgos principales del proceso de composición de La Odisea: no estaba construido con el objetivo de ser leído, sino para ser recitado en un auditorio de manera oral.  Es por ese motivo que todos los episodios eran bastante breves, tal y como también apunta el filósofo en su poética. Cada uno de esos capítulos debía ser claro y aunar todos los elementos dramáticos necesarios.  Por otro lado, eran generalmente independientes los unos de los otros. Si bien había un hilo conductor común—la guerra y el regreso al hogar—,  los episodios narraban las diversas aventuras de Ulises. La obra homérica prescindía asimismo de los detalles cuando ya no eran necesarios:

«Una acción puede describirse con ciertos detalles, porque es necesaria en ese momento del relato, pero conforme se retrasa el interés, no se vuelve a decir nada sobre ella». (Bowra, pp: 86)

Por ejemplo, en un momento de La Ilíada Aquiles posa su lanza en un árbol, pero después la empuña sin que se mencione en ningún momento que la ha recogido previamente.
El proceso de composición de La Ilíada y La Odisea es de por sí atractivo, porque se hizo con una técnica que no ha prevalecido y que resulta complicado de entender.  No hay forma de demostrarlo, pero C.M. Bowra es de la opinión de que no se utilizó la escritura a la hora de componer estos poemas:

«Con cierta seguridad cabe suponer que, lo mismo que muchos poetas en muchas partes del mundo, compuso sus poemas mentalmente, aunque eso sí, sin aprendérselos de memoria, pero con un conocimiento tan exacto de lo que deseaba decir que no hallaba dificultad de decirlo». (Bowra, pp: 84)

Esta característica de oralidad explica las múltiples repeticiones, ya que es plausible que Homero se valiera de un buen número de frases formularias en aras de facilitar la memorización.
Centrándonos ya en La Odisea, el tema principal del poema es el retorno de Ulises a Ítaca, su patria, y todas las aventuras entremedias que al final desembocan en ese último fin. No hay que olvidar que el héroe homérico ha tenido la oportunidad de vivir junto a la diosa Calipso para toda la eternidad y prefiere renunciar a ello y reunirse con su esposa, a la que no ve desde hace dos décadas.  Esto es así porque el héroe homérico, a pesar de sus cualidades guerreras y sus atributos sobresalientes, es en el fondo un personaje muy humano.
En Ítaca, subraya Aristóteles, Penélope—mujer de Ulises—vive acosada por pretendientes de la más baja estofa. Dichos personajes se comportan mal con la familia del héroe, maltratan al hijo de Ulises y solo muestran cierto respeto falso por Penélope, puesto que quieren adularla para ganarse su mano. Sin embargo, a la vuelta de Ulises, el asesinato de los pretendientes no es solo una consecuencia esperable, sino que además se prepara al oyente-lector para que lo deseen fervientemente. Los pretendientes, al contrario que Ulises, no cuentan con un solo atributo positivo.
Aristóteles explica que este género literario—la tragedia—tiene nudo y desenlace. Además, si nos atenemos a su poética, descubriremos que para este autor clásico la tragedia está compuesta de varios elementos esenciales:
En primer lugar está el canto, separado de la fábula; la fábula es el núcleo de la tragedia, ya que debe imitar a una acción sola y completa. Todas las partes tienen que estar ordenadas de forma que, si se suprime algo, el conjunto quede alterado.  Los caracteres en la tragedia suelen atenerse al del hombre esforzado en contraposición con el hombre ínfimo. Son las decisiones, las acciones del personaje lo que perfilan los caracteres. El pensamiento orbita en el nivel de la opinión, es un aspecto discursivo de la acción. El siguiente elemento importante es el espectáculo, que es la parte “menos propia de la poética”. Por último, la elocución—relacionada  con el pensamiento—corresponde más al arte del actor y consiste en la forma en que el personaje expresa su pensamiento por medio de la palabra.
Existen también unas partes cuantitativas que se corresponden con el tipo de tragedia contemporánea de Aristóteles:

  • Prólogo: precede a la primera aparición del coro.
  • Episodio: se corresponde con los actos en el teatro tradicional. Es una parte completa entre cantos de coro.
  • Coro: su fin era entonar cantos sobre la acción. Es remarcable el hecho de que el coro representase un papel general, como podían ser los ancianos, por ejemplo.
  • Éxodo: parte completa tras la cual no hay coro.

La épica y la tragedia tienen puntos en común: ambas imitan las acciones de hombres esforzados, tienen argumento, fábula y están escritos en verso. Por el contrario, las diferencias son palpables: el verso de la epopeya es uniforme y la forma de imitación es narrativa. La tragedia, en cambio, es activa. Otra diferencia es que la extensión del tiempo de la epopeya es mayor que la de la tragedia. Por último, en la epopeya no se da ni el canto ni el espectáculo. En palabras de Aristóteles:

«La tragedia se esfuerza lo más posible por atenerse a una revolución del sol o excederla poco, mientras que la epopeya es ilimitada en el tiempo, y en eso se diferencia, aunque, al principio, lo mismo hacían esto en las tragedias que en los poemas épicos». (Aristóteles, citado en Domínguez Caparrós: pp. 157)

La Iliada y La Odisea descansan sobre una larguísima tradición poética que llegó a su clímax con Homero, un autor que para los griegos fue un hombre real, aunque en la actualidad se sospeche que quizá fueran más bien un conjunto de poetas que moldearon los poemas en un periodo de tiempo concreto. Lo que está claro es que el nombre de Homero ha sobrevivido desde la Antigüedad Clásica, y que algunos bardos griegos posteriores pretendieron ser descendientes del legendario autor.
Bibliografía

  • Bowra, C.M: Introducción a la literatura griega. Editorial Gredos, Madrid (2014). Traducción: Luis Gil.
  • Domínguez Caparrós, José: Introducción a la teoría literaria. Editorial Universitaria Ramón Areces, Madrid (2014).