La facilidad con la que se propagan los bulos en la red se ha visto acrecentada por el poder mediático de las redes sociales. Nos son muy familiares esas fotografías de supuestos criminales que por alguna razón se viralizan en Internet. No hemos debido de cambiar tanto desde la Edad Media, porque los lechugazos de las ejecuciones públicas se han sustituido por juicios paralelos y ataques verbales en Facebook y Twitter. Muchas veces se demuestra que esas personas no sólo no son criminales, sino que además, su imagen se ha robado para crear la falsa noticia.